El lunes pasado estuve en Santiago, de promoción. Cualquiera que se pase por aquí y que vea las entrevistas en gallego hablando de El síndrome de Mowgli se dará cuenta. Ya había estado allí en marzo, con El factor Einstein, y aunque siempre digo que hubiera preferido no publicar las dos novelas el mismo año, una de las mejores cosas que me han pasado por esta coincidencia ha sido volver a Galicia casi siete meses después de entonces. Uno no es del todo consciente de lo bien que se ha sentido en un sitio hasta que no se marcha de él y lo recuerda. El viaje es agotador: te tienes que ir de Sevilla un día antes porque desde por la mañana muy temprano María Arias, la superhéroe de prensa en Santiago pone a prueba tu resistencia y tu capacidad de atender a tanta gente. Apenas llevas dos horas y ya has perdido la cuenta de cuántas veces has entrado en un programa de radio, de las veces que has salido en la tele o de las fotos que te has hecho en el jardín. Lo de superhéroe -o tal vez se diga superheroína: por si la ministra Aído está al acecho y me cierra el blog- no es ninguna tontería: siempre que quedo pensando que María Arias tiene superpoderes, o quizá sea una meiga, por la de cosas que es capaz de conseguir, y que quepan, en un sólo día. Los autores siempre la recomendamos a nuestros editores. Cualquier escritor que haya estado en Santiago sabrá por qué.
Os dejo una muestra gráfica de mi paso por Galicia, un pequeño álbum de fotos donde caben unos cuantos amigos.

Aquí estoy con Carlos Roma, de Correo TV. Luego nos dimos un paseo muy agradable por el jardín mientras el cámara dejaba constancia. Hacía un día espléndido. Las dos veces que he estado en Santiago este año ha lucido el sol.
Éste es Miguel Giráldez, que me entrevistaba para la radio a la antigua usanza, acercándome la grabadora para que le contestase. Las entrevistas de Giráldez tienen muchas cosas buenas. La primera, que se ha leído los libros antes, y eso casi nunca sucede (salvo en Santiago); la segunda, que cuando estás hablando con él es como si los relojes no existieran. Tiene muchas más ventajas sentarte a hablar de libros con este tipo, pero no cabrían en una sola entrada de este blog.
Y esta mujer que está aquí es María Arias, la encargada de todo este barullo delicioso, y la que hizo todas las fotos. Salvo ésta, claro. ¿O tal vez la hizo ella también? A ver si va a ser verdad eso de que tiene algo de meiga. El que está sentado a mi lado es el gran Pemón Bouzas, al que conocí en febrero pasado, en Toledo, y enseguida nos hicimos amigos. Y es que ésta es una de mis escasas virtudes, que enseguida acabo haciéndome amigo de la buena gente.
Y ésta, que me perdonen los demás, es mi foto favorita. Me acompañan, de izquiera a derecha: Pemón Bouzas, Miguel Giráldez, y el entrañable Xurxo Fernández. Xurxo, de ti voy a hablar en la siguiente foto, conque sigue leyendo.
Durante la comida, este tipo, Xurxo Fernández. que tiene la buena costumbre de disfrutar con mis libros, estuvo a punto de hacer que se me saltaran las lágrimas. Escribir es un oficio muy raro, y a veces se te hace todo muy cuesta arriba, pero a veces pasas un rato con un tipo así y te das cuenta de que al final ha merecido la pena el esfuerzo.
Aquí estoy con Anxa Correa, desgranando las andanzas de Rafael Montalbán en El sindrome de Mowgli mientras la grabadora hace su trabajo.
Y aquí repitiendo la escena -y repetir en estas ocasiones es un placer- con Vanesa Oliveira.

La penúltima entrevista del día fue con
Sandra Romero, en
Radio Obradoiro. Me gustó la decoración del estudio, con las paredes agujeredas como si fueran estrellas, y, por supuesto, la entrevistadora.

Y ésta fue la última entrevista del día. He puesto esta foto movida porque me ha gustado mucho. La última vez que estuve en Santiago, con
Ramón Castro y
María Arias pasé el momento más divertido de toda la promoción. Y esta vez, antes de empezar la entrevista, nos reímos tanto que, si no nos avisan de que tenían que utilizar el estudio no me extrañaría que nos hubiéramos quedado un buen rato ahí los tres, riéndonos y contándonos cosas, olvidándonos de la entrevista y del avión que tenía que coger para volver a casa.
Todo esto va por vosotros. Con promoción o sin ella, con libro publicado o sin él, así, en plan general Mac Arthur pero sin ánimo belicista, desde luego, tened por seguro que volveré.
Un abrazo a todos.
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