Editorial Algaida

Lo que pone en la contraportada

Rafael Montalbán tiene una forma poco ortodoxa de ganarse la vida: de jueves a sábado custodia la puerta de un club de alterne, y el resto de la semana ejerce de guardaespaldas ocasional y de cobrador de deudas por cuenta ajena. Pero su vida no fue siempre así: veinte años atrás era un boxeador prometedor que estuvo a punto de luchar por el título de Campeón de Europa superwelter, pero las cosas se torcieron: se enamoró de la mujer que menos le convenía y acabó traicionando a la única persona que se había portado bien con él. Ahora ha decidido empezar de nuevo, y cuando un periodista le propone ir a un programa de radio para contar su vida a los oyentes encuentra la excusa perfecta para expiar sus culpas. Pero eso no será más que el principio. Para volver al punto donde su existencia tomó un desvío equivocado y ajustar cuentas con el pasado deberá emprender un viaje que lo llevará desde Madrid hasta la costa de Cádiz, y luego a Lisboa.
Con una poderosa historia de amor y venganza como telón de fondo y la necesidad de ser aceptado por los demás, El síndrome de Mowgli es muchas cosas a la vez: una novela descarnada y tierna por momentos, donde el protagonista, Rafael Montalbán, por mucho que lo ha intentado no ha logrado encontrar su lugar en el mundo, como el protagonista de El libro de la Selva; un homenaje al personaje creado por Ruyard Kipling y a los libros y a los héroes que marcaron las lecturas de nuestra niñez; pero sobre todo es la confirmación como novelista de Andrés Pérez Domínguez, que atrapa al lector con su habitual fluidez narrativa y el espléndido desarrollo psicológico de los personajes.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Reseña de Jesús Lens

EL SÍNDROME DE MOWGLI
Culminamos este fin de semana de derrotas y fracasos con la reseña de esta novela, de la que hablábamos en la columna del viernes de IDEAL.Hace algunos meses reseñábamos una novela de espías, “El factor Einstein”, de Andrés Pérez Domínguez, señalando que se trataba de un excelente ejercicio literario en que se contaba “una historia de largo alcance y amplio recorrido, con unos personajes muy perfilados y una atractiva trama, bien trazada y mejor resuelta.”

Con “El síndrome de Mowgli”, galardonada con el Premio Luis Berenguer de Novela y publicada por Algaida, Andrés nos regala una fascinante historia en la que cambia de tercio con respecto a sus adictivas historias de espionaje bélico, como la referida “El factor Einstein” o su estupenda “La clave Pinner”, finalista de uno de los premios literarios de Semana Negra hace algunos años.En esta ocasión, el autor sevillano se ha decantado por una historia negra y criminal de corte clásico, que respeta todos los cánones del género, sin caer en maniqueísmos facilones, en supuestos homenajes o recreaciones ni en desmitificaciones crepusculares, irónicas o paródicas.
No. Los personajes de “El síndrome de Mowgli” son personajes de una pieza, intensos, fuertes, maleados por la vida: “Rafael Montalbán, ex boxeador profesional que nunca llegó a triunfar. La nariz quebrada, bajito, el cuerpo fibroso, portero de puticlub, guardaespaldas ocasional y cobrador de deudas por cuenta ajena.” Éste es el gran protagonista de la novela.Y, a su alrededor, las obsesiones y las frustraciones de alguien que ha prostituido su talento, una persona que quiere romper con su presente y, para ello, da testimonio de sus andanzas en uno de esos programas nocturnos de radio en que, en el vacío de la madrugada, las almas solitarias y torturadas vomitan y purgan en antena sus fracasos y decepciones.

Pero esa ceremonia de exorcismo, en el caso de Rafael, tiene un sentido especial. Porque, para huir del presente, decide refugiarse en el pasado, en un intento de restañar viejas heridas que están muy lejos de haber cicatrizado.A partir de ahí, Rafael inicia una espiral que no sabe a dónde le llegará. Ni nosotros. Porque, fiel a Itaca, a Rafael no le importa tanto el destino como el viaje en sí mismo. Y ahí es donde salimos ganando todos los lectores ya que su viaje le conduce a un futuro incierto y enigmático, pero también nos permite bucear en un pasado difícil, inhóspito, duro y apasionante.“El síndrome de Mowgli” es de esos libros que, cuando apagas la luz de la mesilla de noche y te ves arrastrado hacia la inconsciencia, te acompañan, te siguen hablando y se entremezclan con tus sueños.
Sueños. Los sueños, como en el caso de Rafael, pueden estar hechos añicos. Pero por la mañana, con la dignidad de los perdedores de ley, Rafael se levantará de la cama después de haber maldormido apenas un par de horas, se lavará la cara y el espejo le devolverá una mirada dura, hastiada, cansada. Entonces, se vestirá, meterá sus escasas pertenencias en su bolsa de viaje, a la que igualmente devolverá los retazos de sus anhelos frustrados y sus recuerdos tormentosos, y seguirá su camino. Triste, solitario y final, como bien dijera Osvaldo Soriano.

“El síndrome de Mowgli”. Hermoso título para una excelente novela y que habla de “cuando estás en un lugar rodeado de gente y de pronto te sientes muy solo, como si fueras invisible, como si nadie pudiera verte ni tocarte, cuando te gustaría ser parte de algo pero descubres que nunca podrás formar parte de nada.”Toda una declaración de principios que me recuerda el aforismo de Seydou Badian Kouyate: "El que se sitúa fuera de la comunidad pierde de una forma u otra su cualidad de ser humano y se convierte en una especie de reencarnación de genios malignos, pero señalado y temido por todo el mundo."Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Esta reseña fue publicada originalmente enhttp://pateando-el-mundo.blogspot.com/2008/09/mowgli.html

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