Dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. No somos conscientes a veces de nuestros propios errores, de ahí que volvamos a cometerlos; pero en otras tantas ocasiones, sí que sabemos lo que hacemos, y aún así no volvemos a caer en los mismos fallos, como si una fuerza insalvable nos obligara a ello. Éste último caso es el de Rafael Montalbán, el protagonista de la novela El Síndrome de Mowgli, obra ganadora del XVII Premio de Novela Luís Berenguer.
Rafael Montalbán, el que fuera una promesa del boxeo en su juventud, tiene dos oscuros trabajos, y ninguno de los dos le hace precisamente feliz. Tras pasar media vida como portero de un club de alterne y matón a sueldo, el destino del ex boxeador dará un giro el día en que decide ir a contar sus vivencias, para expiar sus pecados, a un programa de radio. El presente y el pasado se mezclarán en un viaje sin retorno que irá de Madrid a Cádiz, para acabar en Lisboa.
Hay historias que deben ser contadas en primera persona. Ésta es una de ellas. Efectivamente, el autor se mete en el pellejo de este ex boxeador de mediana edad y nariz aplastada, misántropo declarado, lector de comics, el mismo que sueña con ser escritor, para contarnos el profundo desasosiego en el que está inmerso, sus anhelos más sinceros. Éste singular narrador-protagonista no tiene ya ninguna prisa, y por ello se toma su tiempo a la hora de relatarnos tanto lo que pasa fuera como dentro de su torturada cabeza, sin perder el más mínimo detalle por el camino. Pocos hombres pueden presumir, sin embargo, de tener una visión de la vida tan clara: para Montalbán, la existencia es un ring de boxeo en el que se lucha contra oponentes que a veces son más ágiles y fuertes, siempre intentando ofrecer los mejores golpes. En otras ocasiones, se descansa en el rincón y la mayoría de las veces se necesita de un buen entrenador que te aconseje qué hacer en el próximo asalto. Esta metáfora continua ameniza la lectura, la hace sin duda original. Los entendidos del deporte, sabrán apreciarla como es debido. Y los que no teníamos ni idea, algo aprenderemos.
La mente de Montalbán intenta estar en el presente, pero irremediablemente siempre acaba en el pasado, en un tiempo que debería haber quedado lejano, casi olvidado. Pero las cosas, cuando no se superan, están siempre delante de nuestros ojos, tan nítidas como si sucedieran en el mismo instante en el que nos ponemos a recordarlas. Y es que hay personas y lugares a los que no se puede evitar volver. Para Montalbán, Lisboa es el lugar y Lola, la persona.
Lola es el amor eterno, el color en la vida de Montalbán, la sensualidad materializada, la gaditana con gracia, la astucia…; pero también la traición, la ambición desmedida, la dulce mentira, la araña capturadora de hombres, la mujer de otro. Su poder sobre Montalbán es infinito, casi como si lo tuviera embrujado. Pero, ¿acaso pueden las mujeres de este tipo cambiar, dejar de ser como realmente son? ¿Es posible volver a confiar en alguien así?
Llegados a este punto, la pregunta es obligada: ¿qué es exactamente “El Síndrome de Mowgli”? El Síndrome de Mowgli no es sólo una especie de enfermedad innata que, según Montalbán, convierte a los que la padecen en seres tan antisociales como el niño que fuera criado en la selva por animales salvajes, en unos inadaptados sin remedio, condenados a la eterna soledad porque parece imposible encajar en ningún grupo; sino también la necesidad de afrontar el pasado para poder mirar hacia delante, de intentar enmendar esos errores que no dejan de torturarnos, de volver sobre nuestros pasos aún a sabiendas de que la historia puede repetirse para, en definitiva, reconciliarnos con las personas que fuimos y poder seguir creciendo como seres humano.
A veces cuesta aprender de los errores. No queremos dejarnos ayudar ni ayudarnos a nosotros mismos. Y es que hay fallos en la vida que es mejor no volver a cometer, pues sus consecuencias pueden ser terribles. Esto y mucho más aprenderemos si nos adentramos entre las páginas de El Síndrome de Mowgli.
Rafael Montalbán, el que fuera una promesa del boxeo en su juventud, tiene dos oscuros trabajos, y ninguno de los dos le hace precisamente feliz. Tras pasar media vida como portero de un club de alterne y matón a sueldo, el destino del ex boxeador dará un giro el día en que decide ir a contar sus vivencias, para expiar sus pecados, a un programa de radio. El presente y el pasado se mezclarán en un viaje sin retorno que irá de Madrid a Cádiz, para acabar en Lisboa.
Hay historias que deben ser contadas en primera persona. Ésta es una de ellas. Efectivamente, el autor se mete en el pellejo de este ex boxeador de mediana edad y nariz aplastada, misántropo declarado, lector de comics, el mismo que sueña con ser escritor, para contarnos el profundo desasosiego en el que está inmerso, sus anhelos más sinceros. Éste singular narrador-protagonista no tiene ya ninguna prisa, y por ello se toma su tiempo a la hora de relatarnos tanto lo que pasa fuera como dentro de su torturada cabeza, sin perder el más mínimo detalle por el camino. Pocos hombres pueden presumir, sin embargo, de tener una visión de la vida tan clara: para Montalbán, la existencia es un ring de boxeo en el que se lucha contra oponentes que a veces son más ágiles y fuertes, siempre intentando ofrecer los mejores golpes. En otras ocasiones, se descansa en el rincón y la mayoría de las veces se necesita de un buen entrenador que te aconseje qué hacer en el próximo asalto. Esta metáfora continua ameniza la lectura, la hace sin duda original. Los entendidos del deporte, sabrán apreciarla como es debido. Y los que no teníamos ni idea, algo aprenderemos.
La mente de Montalbán intenta estar en el presente, pero irremediablemente siempre acaba en el pasado, en un tiempo que debería haber quedado lejano, casi olvidado. Pero las cosas, cuando no se superan, están siempre delante de nuestros ojos, tan nítidas como si sucedieran en el mismo instante en el que nos ponemos a recordarlas. Y es que hay personas y lugares a los que no se puede evitar volver. Para Montalbán, Lisboa es el lugar y Lola, la persona.
Lola es el amor eterno, el color en la vida de Montalbán, la sensualidad materializada, la gaditana con gracia, la astucia…; pero también la traición, la ambición desmedida, la dulce mentira, la araña capturadora de hombres, la mujer de otro. Su poder sobre Montalbán es infinito, casi como si lo tuviera embrujado. Pero, ¿acaso pueden las mujeres de este tipo cambiar, dejar de ser como realmente son? ¿Es posible volver a confiar en alguien así?
Llegados a este punto, la pregunta es obligada: ¿qué es exactamente “El Síndrome de Mowgli”? El Síndrome de Mowgli no es sólo una especie de enfermedad innata que, según Montalbán, convierte a los que la padecen en seres tan antisociales como el niño que fuera criado en la selva por animales salvajes, en unos inadaptados sin remedio, condenados a la eterna soledad porque parece imposible encajar en ningún grupo; sino también la necesidad de afrontar el pasado para poder mirar hacia delante, de intentar enmendar esos errores que no dejan de torturarnos, de volver sobre nuestros pasos aún a sabiendas de que la historia puede repetirse para, en definitiva, reconciliarnos con las personas que fuimos y poder seguir creciendo como seres humano.
A veces cuesta aprender de los errores. No queremos dejarnos ayudar ni ayudarnos a nosotros mismos. Y es que hay fallos en la vida que es mejor no volver a cometer, pues sus consecuencias pueden ser terribles. Esto y mucho más aprenderemos si nos adentramos entre las páginas de El Síndrome de Mowgli.
Cristina Monteoliva
publicado originalmente en www.labibliotecaimaginaria.es
2 comentarios:
Vaya día que llevo hoy...Estoy cansada de leerme a mí misma...me estaré volviendo loca?? Probablemente...si es que es lunes
En fin, muchas felicidades por el libro y a seguir escribiendo!
Besos,
Cristina Monteoliva
www.labibliotecaimaginaria.es
Nada, muchas gracias a ti por haber dedicado tu tiempo a leerlo, y sobre todo me alegro de que te haya gustado.
Un beso,
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